Porque una cosa lleva a la otra y no existen las casualidades
Hilando, Hilando…
Nos enteramos
hoy de la muerte de un gran escritor, Carlos Fuentes. Lo cual me da pie para
hablar sobre las casualidades, me refiero a una significativa correspondencia
entre su vida y obra y la de otro excelso escritor, el estadounidense Ambrose
Bierce.
La vida nos va
llevando.
Unas veces nos
mece templada
Carlos
Fuentes fue sobre todo escritor y periodista, pero también a ratos fue diplomático
y político amateur.
Se
comprometió con aquello en lo que creyó, equivocándose a veces, quizás demasiadas
veces, pero siendo intelectualmente honesto, no como otros escritores de su
generación que malvenden su criterio y honestidad.
Como escritor
que es lo que me interesa, realizó una gran obra de la que me
gustaría destacar
“La muerte de Artemio Cruz” y “Gringo Viejo”.
y…
no parece pasar
Es por este
libro, “Gringo Viejo” por lo que podemos asociarlo a Ambrose Bierce. Este autor
estadounidense, fue también escritor y periodista, participó en la guerra
civil de su país.
También
cometió errores, como todos, pero fue honesto hasta el final con sus ideas.
Fue un
cuentista de grandísimo nivel, cultivador del género de terror (llamado así o
fantástico, si queremos dulcificarlo), un terror que se palpa en sus escritos,
siendo esta su principal virtud.
otras veces cabalga
atropelladamente
con nosotros o
por encima de nosotros
Al final de
su vida, para él aburrida y monótona, se marcho de su hogar y pasó a Méjico
donde se unió a la revolución de Pancho Villa, hasta que un buen día
desapareció, sin dejar rastro, como si reviviera en su vida su propia obra… era
el Gringo Viejo que luego nos
novelaría Carlos Fuentes.
Entre su
extensa obra como cuentista quiero destacar dos obras que me conmovieron
especialmente al leerlas
“Un habitante de Carcosa” (An Inhabitant of Carcosa,
1888) y “La ventana tapiada “ (The Boarded Window, 1891)
Sus vidas y sus obras los acercan más aún, pero no son casualidades y el
mejicano escribe sobre el estadounidense porque lo admira y lo reconoce como
referente literario sin duda, pero también como referente vital.
Pero siempre
marcando el antes
Y… el después.
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