PELÍCULAS EN INTERIORES
La otra noche antes de acostarme y pensando en que podía compartir con
vosotros en el blog me vino a la cabeza las buenas películas que se han rodado
en interiores de casas y el efecto que se consigue con eso. Entre las que he
recordado que más me gustan estarían: La soga, La huella y El guateque. Por si
hay alguna que no conocéis os las paso a comentar brevemente:
LA SOGA (Rope, Alfred Hitchcock, 1948)
“La
soga” constituye no sólo la primera película en color de Alfred Hitchcock, sino
que también es su primera obra rodada en un,
aparente, único plano-secuencia. También supone el bautismo de Hitchcock
como productor.
Está basada en una obra teatral del mismo título,
escrita por Patrick Hamilton.
Para
que hubiera más realismo el director quiso rodar en tiempo real y por eso rodó
varios planos secuencia cada uno de ellos con una duración de un rollo de
película. Para disimular los cambios de rollo al finalizarlo hacía pasar a un
actor por delante de la cámara y así podía conectar con el siguiente, si ves la
película otra vez cuenta el número de fundidos en negro y sabrás los rollos
utilizados, como ves es otra manera de ver esta magnífica película.
Pero
no solo técnicamente es un portento, el clima desasosegador creado por el director
debido al guión y el pequeño espacio en el que se desarrolla todo es otro
prodigio. Las interpretaciones son excelentes, se insinúa una relación homosexual
entre los dos asesinos y una relación muy morbosa entre uno de ellos y el
profesor de ambos.
El
espectador se agobia con los protagonistas porque sabe que ha pasado y donde se
esconde el cadáver (este es el famoso mcguffin del director).
LA HUELLA (Sleuth, Joseph L. Mankiewitz, 1972)
“La Huella” fue la última película que dirigió Joseph L. Mankiewitz en
1972. Esta fue una adaptación cinematográfica de la exitosa obra de teatro de
nombre homónimo. El creador de la obra de teatro Anthony Saffer, fue el
encargado del guión para su adaptación. El largometraje obtuvo 4 nominaciones a
Los Oscar.
La película cuenta con escasos escenarios lo que hace que la atención se centre en los diálogos e interpretaciones. En cuanto al reparto se contó con la participación
de dos grandes actores como son Laurence Oliver y Michael Caine. El primero
interpreta a Andrew Wyke, mientras que el segundo se pone en la piel de Milo
Tindle.
La obra de teatro original se divide en tres actos claramente
diferenciados que se ven reflejados en la película. La película comienza con la
invitación de Andrew a Milo a su gran mansión. Andrew Wyke es un rico y famoso
escritor de novelas policíacas al que le gusta coleccionar juegos y autómatas
extravagantes, pertenece a una clase social alta y está orgulloso de serlo.
Debido a esto, desprecia a Milo por sus orígenes italianos y humildes. Milo es
un joven y atractivo peluquero que por medio de su trabajo y su “encanto
personal”, ha conseguido tener un salón de belleza en uno de los barrios más
exclusivos de Londres. Así, el desprecio de Andrew
hacia Milo está latente desde el principio en la manera de tratarle y de jugar
con él para que se acabe delatando. En pocos instantes descubrimos que la
intención de Milo es la de casarse con Marguerite, la mujer de Andrew, y
sabemos que la verdadera razón por la cual Wyke se siente molesto es el hecho
de su esposa le abandone por un hombre como Milo, alguien muy por debajo de él
y no por el propio hecho del abandono. Este aparente desencadenante del juego,
pasará a segundo plano a medida que transcurra la película.
En ese momento empieza el juego que desde el punto de vista psicológico y teatral alcanza grandes cotas.
El director nos propone un abanico de propuestas con cuestiones
que van desde las puramente estilísticas y formales a las sociológicas y
generacionales; todas ellas al servicio de un nuevo y definitivo ejercicio
de disección, con mirada cínica, del ser humano y sus dudosas
motivaciones(el engaño y el mundo de las apariencias, la ambición, el
arribismo, la lucha intergeneracional y la lucha de clases).
La película nos envuelve con una ingeniosa trama
magníficamente representada, en la que el juego y el engaño no nos abandonan
hasta el final. Jugando al gato y el ratón no solo ambos protagonistas, sino en
otro nivel el director y el espectador.
EL GUATEQUE (The Party, Blake Edwards, 1968)
Peter Sellers siempre personificará al inspector Clouseau. Pero también
hay un hueco en mi memoria por su interpretación de Hrundi V. Bakshi, un gafado actor de
reparto hindú, un patoso incalificable, donde recrea a un hombre que, pese a
sentirse como un burro en un garaje, desempeñó inimaginables esfuerzos para
integrarse a una situación y a un entorno.
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