Marcelino pan y vino (1954)
Dirigida por Ladislao Vadja.
Marcelino, pan
y vino es un cuento, un bonito cuento sobre la soledad de tantos niños de otra
época que apenas tenían sus manos para jugar, y que contrasta con toda la
tontería desbordante y exagerada de hoy día, lo que causa al visionarla un gran
desconcierto.
Es una película entrañable y difícil de olvidar pora los
españoles, porque todos, durante algún momento en su visionado, hemos derramado
alguna que otra lagrimilla. He aquí un guión soberbio y una interpretación
infantil como pocas se han visto en la pantalla, grandiosa y emocional la actuación de Pablito Calvo, el niño que interpreta a Marcelino.
Con una
fotografía muy cuidada, hay ciertos momentos dignos de nombrar como por ejemplo
el del encuentro de Marcelino con la mujer, madre de Manuel o la primera escena
en la que Cristo coge el primer trozo de pan.
Pero
si la revisáis siendo adultos, comprobaréis que es una película de gran
calidad, con una narración perfecta, interpretación sublime... que la
convierten en un clásico del cine español.
Bien ambientada
y narrada es una película religiosa digna de ver. Que
el tema sea religioso, sólo demuestra la época y situación en la que se
encontraba el país, no hay que confundir la intención del director, porque
con los pocos medios que tenía a su alcance, consiguió crear una gran obra, y
es que a veces las historias en sí mismas pueden transmitir más que los efectos
digitales de hoy en día.
Vale
la pena volverla a ver.
El día más largo (The longest day) (1962)
Varios directores
Una
de las mayores superproducciones de la historia del cine, lo que se nota sobre
todo en el amplio reparto, que incluye a casi todas las grandes estrellas de la época, en especial
masculinos, debido a los pocos papeles de mujeres que exigía la historia. Así,
aparecen incluso en papeles mínimos nombres como Richard Burton, Sean Connery,
Mel Ferrer, Henry Fonda, Peter Lawford, Roddy McDowall, Robert Mitchum, Robert
Wagner y John Wayne.
La dirección se repartió por localizaciones y, así, Ken
Annakin fue el encargado de todos los exteriores británicos, Andrew Marton el
de los norteamericanos y Bernhard Wicki todas aquellas que ocurrían en
Alemania. De este modo, cada sección de película, dependiendo de los distintos
escenarios, tiene un estilo propio, lo que supone uno de los principales
hallazgos del film. Además, probablemente lo más interesante es la cuidada
reproducción de los sucesos históricos, bien condensados en los 114 minutos de
metraje. El guión es del novelista Cornelius Ryan, basado en su propia novela.
El filme
ganó dos premios Oscar en el año 1962, en las categorías de Mejores Efectos
Especiales y Mejor Fotografía.
En esta espectacular película, se reconstruye el episodio
más emblemático de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco aliado en
Normandía. Utilizando un estilo semidocumental, que contribuye a su veracidad y a que se siga viendo hoy en día con enorme interés.
Para los que somos amantes del cine bélico es un clásico insustituible.
Ivanhoe (1952)
Coproducción
anglo-estadounidense dirigida por Richard Thorpe, un artesano de Holliwood, con
Robert Taylor en el rol principal, acompañado por Elizabeth Taylor, Joan
Fontaine, George Sanders.
Un
clásico del cine de aventuras medievales que propone una lujosa adaptación de
la novela de Walter Scott. Resuelto con la habitual pericia de su director, a
veces insulso pero nunca torpe. Esta película se beneficia de un estimulante reparto y de una
producción que no ahorró medios. Sin alcanzar la perfección, es uno de estos
films que encandilaron a una amplia generación y que sigue manteniendo su vigor.
Me
gustó, y me gusta por su buen guión, fácil con la excelente novela, y sus
escenas trepidantes. También me quedo con ese deje de amargura que le da a su
personaje George Sanders.
El tulipán Negro (La Tulipe noir)(1964)
Dirigida por Christian Jaque
Basada en una novela de Dumas, cuando a finales de los 70 (¿o era a principios de los 80?) emitieron esta película en TVE, todos los chavales de mi clase, al día siguiente, queríamos ser el Tulipán Negro. Esa mezcla de Robin Hood, Dick Turpin, El Zorro, El Coyote y el Llanero Solitario hacia arder el ímpetu guerrero de aquellos jóvenes corazones.
Basada en una novela de Dumas, cuando a finales de los 70 (¿o era a principios de los 80?) emitieron esta película en TVE, todos los chavales de mi clase, al día siguiente, queríamos ser el Tulipán Negro. Esa mezcla de Robin Hood, Dick Turpin, El Zorro, El Coyote y el Llanero Solitario hacia arder el ímpetu guerrero de aquellos jóvenes corazones.
Vista
hoy, más de 30 años después, parece que hemos ganado en perspectiva cinéfila o
que nuestros corazones han perdido su ímpetu guerrero, porque pierde algo de frescura y no ha envejecido muy bien.
La Pimpinela Escarlata (The Scarlet
Pimpernel)(1934)
Dirigida por Harold Young.
Adapta
la obra de teatro (1905) y la novela (1907) "The Scarlet Pimpernel",
de la baronesa Emmuska Orczy. Se rodó en b/n en Denham Studio (Denham, RU),
donde Vincent Korda montó unos decorados notables.
La
acción tiene lugar en Londres y París a finales de septiembre de
1792, cuando Robespierre y los jacobinos imponen en Francia un régimen de Terror.
Narra la historia de Percy Blakeney (Leslie Howard), casado con lady Marguerite
(Merle Oberon), este noble es el líder de una sociedad secreta de aristócratas
ingleses dedicada a salvar de la guillotina a aristócratas franceses. Oculta su
personalidad bajo la apariencia pública de un joven frívolo, presumido y
afeminado. Robespierre envía a Londres a Chauvelin (Bernard-François, marqués
de Chauvelin) para descubrir la identidad de Pimpinela Escarlata y desarticular
su organización secreta.
La
película se basa en la historia de un héroe de doble identidad, que entronca
con la tradición secular de los relatos populares europeos. Pimpinela incorpora
virtudes de héroes anteriores como el arrojo de Robin Hood, la tenacidad de El
Quijote y la inteligencia de Sherlock Holmes.
La obra de la baronesa Orczy
desborda simpatía por la aristocracia y una no disimulada aversión a las clases
trabajadoras. Sus filias y fobias la llevan a dar una visión distorsionada de
algunos hechos. Así olvida que la Revolución francesa aportó el Estado de derecho,
la división de poderes, la soberanía popular, el imperio de la ley y los
valores de la libertad, igualdad y solidaridad como eje vertebrador de la
convivencia social.
Aún
así, es recomendable verla, Miladys y Milords, pónganse la peluca, preparen el
rapé y disfrútenla sin prejuicios o mánden estos a tomar viento fresco.
El
film construye una trama entretenida, a la que dota de tensión dramática, con
los riesgos que asume el héroe, como el enfriamiento de sus relaciones con
Marguerite, la persecución de que es objeto por el villano Chauvelin o la
trampa que le tiende para atraparlo.
La
música aporta melodías que animan la acción, el sentido de la aventura y la
lucha del bien contra el mal.
La fotografía crea composiciones de excelente
claroscuro y magnífico dibujo. El guión, pese a ingenuidades de la época,
contiene diálogos bien construidos y aporta un relato entretenido y absorbente.
Las interpretaciones de Howard, Oberon y Massey son memorables.
Película
de los años 30, de gran interés para los aficionados al cine clásico.
Esta remesa no agota mi baúl de películas preferidas y recordadas, aún hay más.
Un saludo y nos leemos
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